el caso es que en cierta ocasión arrendé por primera vez un departamento. un lugar por demás agradable cuyo ambiente respiraba hogar (el hogar es el sitio donde uno siempre vuelve, incluso cuando ves que te lo arrebatan día a día, «aun con el vacío que deje seguirá siendo un lugar al que siempre se vuelve»). aquel día había invitado a la bella valerina y a su hermosísima hija. la idea era que el conde nos acompañara y deleitara con el piano pero, en virtud de que esa mañana tuvo algunas diligencias pendientes con su empresa de malabares, no pudo sino llegar hasta entrada la tarde. y la lluvia quiteña.
el alto conservatorio de música del condado de krutoy no tuvo el honor de educar a nuestro amigo, no. el conde fue autodidacta, o sucubió a la potencia de la música, para decirlo con otras palabras. además de los libros, su colección de música era envidiable, no porque tuviera un sinfín de títulos (como cualquiera de las desdichadas de nuestras computadoras) sino porque él tenía justamente aquella melodía que a ti, lector inocente, te hacía falta. alguna vez necesité la danza de las hachas de la fantasía para un gentilhombre. nada más hubo que mencionar la palabra «gentilhombre» y el bueno del conde saltó de inmediato (la ceja derecha levantada y una sonrisa de buen provecho): «yo la tengo».
llegó la tarde. llegó la lluvia. llegó el conde. empapado hasta sus ancestros. así que tuvimos que vestirlo y colgar sus ropas, zapatos, partituras y bastón.
hubo que improvisar de todas maneras. dejó la taza de chocolate sobre el piano, agarró el picasso de la sala, se lo amarró en la cabeza e interpretó la marcha turca del bueno de ludwig van.
la hermosísima hija de la bella valerina quedó prendada.
fue una tarde de la que nadie podía escapar, por la lluvia.
e-bibliografía para e-consultar:
aquí se puede ver al conde grabando la fantasía para un gentilhombre desde el palco tercero. nótese la sonrisa del conde cuando su alumno, narciso yepes, interpreta el remate de ese tercer movimiento, justo antes de los aplausos. «tocó dieciséis notas erradas en menos de cinco segundos», me dijo. por cierto, la guitarra era del conde.
aquí la presentación fallida del conde en el famoso royal albert hall. razones diplomáticas y económicas impidieron que krutoy enviara a su representante, sin embargo, el conde encargó a su pupilo kissin que interpretase su (del conde) versión de la marcha turca. pero no le salió.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario