12 mayo, 2010

Mon, 10 Apr 2006

La manera de ser de lo misterioso, es la de imponerse absolutamente fuera de toda salida y de todo fin, la de estar enteramente ahí sin que una explicación cualquiera pueda reservarle un suplemento de existencia...

No se comprende lo extraño sino cuando, sin aceptar ser comparado con ninguna otra cosa (aunque no tiene realidad sino en relación con otra cosa), nos transforma realmente en ello... es como la flor, el tercer sexo, el sexo espontáneo del mundo... el lugar de la contemplación, no de la copulación... quizá más cercano a un estudio de lo extraño (ego extravaganto misterico), y más acorde con lo visible y lo indescriptible y verosimil, es un dejarse elaborar por el lenguaje... la mecha que se enciende es un torrente de momentos, solo cuando arde por completo es cadáver que vive en su burbuja eterna...
¡malditosseanlosdichososde
lacarnecompulsiva!
¡malditoslosquetienenquemorirparavolveranacer!
¡abajoloscuatroreinosdelanaturaleza!
¡quevivaelperder!

07 marzo, 2010

aquí quería dejar un espacio largo largo en blanco
como si nada hubiera ocurrido
para no tener que esforzar la memoria tan descosida





existe un río cuyas aguas dan la inmortalidad, en alguna región habrá otro río cuyas aguas la borren


05 febrero, 2010

¡El conde existe!

Una advertencia bastó.

Crucé un par de telegramas esta mañana con Sigfrido (él a duras penas logra rebobinar la cinta negra y roja de su vieja CORONA), así que no hizo falta ninguna cita. Envió, con algún muchacho de los que ahora ocupan la vieja mansión, el papel que ahora presento:


P. S.: Esto no es motivo para que la visita a Sigfrido no se dé de un momento a otro.

04 febrero, 2010

El conde de Krutoy era bueno con los niños

Sigfrido, el fiel mayordomo del conde, recordaba a todos los presentes en cada cena anual en honor a los emigrantes krutonianos (o en cualquier otro departimiento culinario) que el conde era bueno con los niños. Eso se podía notar en la sonrisa que ponía cuando Sigfrido interpretaba una vieja y tradicional canción que había pasado de generación en generación en la familia del conde, que aludía a la bondad del linaje del condado para con los niños y que tenía algo que ver con las comilonas.

Hace unos días, encontré en mi buzón una carta en que Sigfrido respondía a mi saludo de año nuevo. Concertaré una cita con él en las próximas semanas para ver si puede recordar (hay que tener en cuenta su avanzada edad, el estado de su memoria y su poca agilidad, por ejemplo, al responder las cartas) la letra de la canción.

A propósito, y a continuación, dejo a discreción del lector inocente un par de fotos de una tarde cualquiera en que al estilo de Hamelin, el conde salía a "recolectar niños" para demostrarles su bondad.