Una advertencia bastó.
Crucé un par de telegramas esta mañana con Sigfrido (él a duras penas logra rebobinar la cinta negra y roja de su vieja CORONA), así que no hizo falta ninguna cita. Envió, con algún muchacho de los que ahora ocupan la vieja mansión, el papel que ahora presento:
P. S.: Esto no es motivo para que la visita a Sigfrido no se dé de un momento a otro.
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